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martes, 23 de noviembre de 2021

Los difuntos se preparan para recibir a sus invitados: Festival de catrinas

Autor: Guadalupe Navarro Santamaría 

“La pandemia por Covid-19 no dejará que la celebración de día de muertos no se haga, el comercio y la cultura deben seguir a flote después de meses muy duros para los xalapeños, es por eso que estamos aquí el día de hoy, en el festival de catrinas, un evento para honrar a nuestros muertos y a la cultura mexicana” dice Tomás Sánchez, uno de los catrines del evento, al dar un solo al público. 


El centro de la ciudad de Xalapa se adornó de altares, calaveras de chocolate, flor de cempasúchil, incienso, la comida favorita de los difuntos y sobretodo de cultura, en el barrio de Xallitic donde se escucharon las voces de las personas al ritmo de la música. Se observan a las catrinas bailar y la piel de la audiencia se enchina, esa sensación de estar presente en un evento tan importante como lo es el Festival de Catrinas, hacen que a más de una persona se le salgan las lágrimas de la emoción. 


Ante esto, el vecindario de Xallitic se preparó para recibir a las personas alrededor de las siete de la noche. Sin un minuto ni un minuto menos, el festival comienza, un grupo de mujeres portando sus trajes típicos de la región se unen en círculo para mostrar sus maquillajes representativos de catrinas a todo el público. El lugar se llenó de colores apoteósicos. Se ve a uno que otro niño disfrutando del festín junto con un pan de muerto en la mano y chocolate caliente en la otra. 


Incluso varios comerciantes pasan ofreciendo tamales a cambio de un apoyo al vecindario de Xallitic, varias personas acceden y dan de diez a veinte pesos. Mientras tanto las catrinas agarran listones de distintos colores y tamaños para posteriormente lanzarlos hacia el cielo nublado y lluvioso. Todo esto siendo capturado por unos 15 fotógrafos que con impermeables tapan sus cámaras para obtener las mejores fotos. 


"La idea es que el arte se vea muy bien representado, ya que es un gran trabajo el que las mujeres se maquillen de catrinas, hagan su vestuario y la mayoría para poder ser fotografiadas por fotógrafos profesionales, que lleven las imágenes a medios de comunicación de masivos e incluso para que las pongan en distintas galerías de arte” menciona Gustavo Garrido, el organizador del evento. 


Una vez que las catrinas ya hicieron su número, procedieron a ir a los distintos sets de fotografía instalados en el barrio, para que los más de 300 fotógrafos invitados puedan turnarse en intervalos de 20 a 30 minutos para hacer sesiones fotográficas. Además a lo lejos se escucha como personas que no están caracterizadas piden fotos con sus catrinas favoritas, sin importar el costo. 


La familia Sánchez del Río, se acerca a ofrecer flores de terciopelo, aquellas que son moradas, no tardan en decir a las distintas personas “Señoritas, les venimos ofreciendo estas hermosas flores, cultivadas en nuestros campos, tuvimos que esperar todo un año para que crecieran y henos aquí, es muy grato poder regresar después de la pandemia, para brindarles estas flores representativas de muertos” menciona con mucho orgullo el señor Martín. 


Pasadas ya un par de horas, el festival termina y es momento de que los comerciantes tomen acto de presencia. Varias personas que forman parte del evento comienzan a instalar una carpa, para proteger a los alimentos de la intensa lluvia que está ocurriendo y treinta minutos después, los vendedores comienzan a instalar sus negocios, desde tamales, pan de muerto, atole y antojitos, hasta prendas representativas de Xalapa, junto con recuerdos de dicha festividad.


Es notorio, cómo las personas disfrutan tanto del momento, que dan las once de la noche y estas comienzan a bailar con bocinas al ritmo de la música tradicional.  “La bruja” retumba en cada puesto de comida. Los jóvenes y adultos empiezan a reir y sin importar el qué dirán de los demás, hacen una rueda y agarrados de los brazos, cantan a ronco pecho. Parece que la pandemia no existe, incluso los cubrebocas se encuentran tirados en el piso. 

A eso de las 12 de la noche, el centro de Xalapa parece como si fuera  de día. Una cantidad inmensa de gente sigue haciendo sus actividades. Incluso la Alcaldesa de un pueblo recóndito del Estado, se ofrece a otorgar unas palabras y con emoción dice “No importa lo hora que sea, el día de hoy es para disfrutar, incluso ya es 30 de noviembre y estoy muy segura de que nuestros muertitos añoran llegar a sus altares, sigan disfrutando todos”. 

El evento llega a su fin a eso de la 1:30 de la mañana, las calles ya se encuentran sin bulla, con basura por todos lados y los listones que habían sido arrojados anteriormente por las catrinas. Una señora de unos 65 años dice a lo lejos “Las calles están bien sólidas, ahora si parece que por aquí no paso Dios” y eso es lo último que se escucha.

La lluvia ha parado, la neblina se ha ido, la música solo es un eco de recuerdos. Pareciera como si solo fueran la noche y Xalapa. Las estrellas contemplan el centro de la ciudad y los árboles se preparan para recibir más personas al otro día.  Todo asemeja ser algo planeado por los difuntos pero solo en el más allá sabrán esas cosas.





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